El Garrote Vil es una herramienta consistente en un collar de hierro con un tornillo. Su finalidad es producir la rotura del cuello por la fractura de las vértebras.
No era una muerte rápida, sino todo lo contrario. A veces el reo tardaba más de 15 o 20 minutos en morir.
Cada tipo de ejecución llevaba aparejada una escenificación distinta, diferenciándose cada una principalmente por el modo de conducir al condenado hasta el garrote: los condenados a garrote noble iban en caballo ensillado, los de garrote ordinario iban en mula o caballo y los de garrote vil en burro, sentados mirando hacia la grupa, o arrastrados.
Si bien el Garrote Vil era más efectivo frente a la horca tradicional, este sistema se elimina en los países anglosajones, mediante la horca por caída larga, pena que sigue existiendo en un buen número de países.
Aunque es un método recordado como popular, el Garrote Vil era un método de ejecución que solo se aplicaba a la plebe. A los nobles se les ejecutaba mediante el sistema de decapitación con espada o la horca. El método anterior utilizado era normalmente la pena por ahorcamiento. El Garrote Vil se impuso frente a la horca debido a dos razones fundamentales:
- Por un lado, era una muerte más rápida y “humana”.
- El Garrote siempre era efectivo, pero no siempre la muerte se producía de forma rápida.
De otra, tenían un problema de aplicación práctica. Cuando los condenados no morían en la horca, se les conmutaba su pena por la de prisión. Esto daba lugar a que las personas o reos adinerados sobornaran a los verdugos con la finalidad de que untaran con disolventes las cuerdas. De esta forma, las cuerdas se fracturaran, cayendo al suelo y la condena no llegase a ser efectiva.
El origen del Garrote Vil
El Garrote Vil, no era una fórmula nueva. Su origen data desde la época romana, si bien solo era usado en ocasiones excepcionales.
Durante la Edad Media, este método pierde fuerza. Los actos y ejecuciones públicas, con finalidad de escarmiento, toman relevancia y fuera. Las condenas en esta época tiene un gran despliegue de vísceras y quebrantamientos óseos con el reo vivo. Es decir, se le tortura durante la ejecución y posteriormente procedía por lo general a decapitar al reo, así como a descuartizarlo, si este no fallecía antes.
También era frecuente, que fuera desmembrado y miembros repartidos para ser expuestos en las picotas de las poblaciones donde había llevado a cabo sus fechorías.
La transición del sistema medieval al Garrote Vil
Estar en la picota no era una frase hecha.
La picota era el lugar donde se cumplía la justicia en la Edad Medía. Un lugar o plaza donde se exponía al reo a la vergüenza pública.
Fotografías encontradas de picotas públicas:
La pena de exhibición en la picota aparece ya legislada en el siglo XIII, en el libro de Las Partidas, de Alfonso X, considerándose la última de las penas leves a los delincuentes para su deshonra y castigo.
La mayoría de las picotas fueron construidas durante los siglos XVI y XVII, debido a las exenciones otorgadas a los lugares que hicieron aportaciones económicas a la Corona para sufragar los cuantiosos gastos de la guerra.
La mayoría de los ajusticiados eran expuestos en las picotas. A los delitos más leves, se les azotaba con finalidad ejemplarizante. También se daban casos, como desnudarlos y exponerlos enmelados y emplumados, para que casi se los comieran las moscas, o sujetos a los garfios y argollas encastrados en el rollo. En los delitos más graves eran ejecutados públicamente y desmembrados, como ya se ha indicado en los casos más graves.
Las Cortes de Cádiz ordenaron la destrucción de rollos y picotas por el Decreto de 26 de mayo de 1813.
La decapitación y la horca eran los medios de ejecución habituales hasta la paulatina introducción del garrote vil. En 1775 Carlos III prohibió la pena de muerte en la horca en favor de su aplicación mediante garrote vil mediante estrangulamiento.
Un decreto de las Cortes de Cádiz, de 26 de mayo de 1813, ordenó la demolición de todos los signos de vasallaje que hubiera en sus entradas, casas particulares, o cualesquiera otros sitios, puesto que los pueblos de la Nación Española no reconocen ni reconocerán jamás otro señorío que el de la Nación misma, y que su noble orgullo sufriría por tener a la vista un recuerdo continuo de humillación
«Los Ayuntamientos de todos los pueblos procederán de por sí y sin causar perjuicio alguno a quitar y demoler todos los signos de vasallaje que haya en sus entradas, casas capitulares o cualesquiera otros sitios», rezaba la orden.
Más tarde se le añade un punzón de hierro para ser más efectivo en el siglo XIX mediante un Decreto de 24 de abril de 1832, dictado por el Rey Fernando VII quien abolió la pena de muerte en horca y dispuso que, a partir de entonces, se ejecutase a todos los condenados a muerte con el garrote. Con antecedentes de uso por José Bonaparte.
[…] abolió la muerte en horca, disponiendo que en adelante se ejecutasen en garrote ordinario los reos pertenecientes al estado llano, en garrote vil los castigados por delitos infamantes y en garrote noble los hijosdalgo.
Poco efecto debió de tener el decreto, porque en 1839 hubo otro intento de derribarlos, durante la regencia de María Cristina por la minoría de edad de Isabel II.
Y así fue para muchos, salvo algunas excepciones que pueden verse a día de hoy en España
La Abolición del Garrote Vil y la Pena de Muerte en España
La pena de muerte fue utilizada en España sin interrupción hasta 1932, cuando fue abolida a raíz de una reforma del Código Penal introducida durante la Segunda República. Fue restablecida en octubre de 1934, para delitos de terrorismo y bandolerismo. La pena por garrote vil estaba contemplada.
Francisco Franco la reincorporó plenamente al código penal en 1938. Finalmente, con la Constitución Española se abole salvo para el Código Penal Militar, que tendría que esperar hasta su reforma en 1995, donde se suprime del Código Penal y a la vez que se ratifican convenios internacionales. (Protocolo n.º 13 a la Convención Europea de Derechos Humanos)
Los últimos ejecutados con el método del garrote vil en España fueron el anarquista Salvador Puig Antich y Heinz Ches en el año 1974.
Cierro con este poema de Ramón María del Valle Inclán dedicado al garrote vil.
¡Tan! ¡Tan! ¡Tan! Canta el martillo,
el garrote alzando están,
canta en el campo un cuclillo,
y las estrellas se van
al compás del estribillo
con que repica el martillo:
¡Tan! ¡Tan! ¡Tan!
El patíbulo destaca
trágico, nocturno y gris,
la ronda de la petaca
sigue a la ronda de anís,
pica tabaco la faca
y el patíbulo destaca
sobre el alba flor de lis.
Áspera copla remota
que rasguea un guitarrón
se escucha. Grito de jota
del morapio peleón.
El cabileño patriota
canta la canción remota
de las glorias de Aragón.
Apicarada pelambre
al pie del garrote vil,
se solaza muerta de hambre.
Da vayas al alguacil,
y con un rumor de enjambre
acoge hostil la pelambre
a la hostil Guardia Civil.
Un gitano vende churros
al socaire de un corral,
asoman flautistas burros
las orejas al bardal,
y en el corro de baturros
el gitano de los churros
beatifica al criminal.
El reo espera en capilla,
reza un clérigo en latín,
llora una vela amarilla,
y el sentenciado da fin
a la amarilla tortilla
de yerbas. Fue a la capilla
la cena del cafetín.
Canta en la plaza el martillo,
el verdugo gana el pan,
un paño enluta el banquillo.
Cómo el paño es catalán,
se está volviendo amarillo
al son que canta el martillo.
¡Tan! ¡Tan! ¡Tan!
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